La obra de Angela de la Cruz se caracteriza por el diálogo que consigue establecer entre pintura y escultura mediante el tratamiento que la artista realiza sobre el lienzo y el bastidor, creando pinturas en su mayoría monocromáticas que se quiebran y se retuercen sobre sí mismas. Esto les confiere un sentido de tridimensionalidad del que carecían inicialmente, despojando a la pintura de su “aura” de grandiosidad.

Su trabajo se nutre tanto de referencias culturales y artísticas como la pintura de Goya, el arte povera o los escritos de Jacques Derrida, como de elementos biográficos o la reflexión sobre el hecho pictórico y el espacio. Desde finales de los años 90 ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas y su trabajo está representado en colecciones como la Fundació La Caixa de Barcelona, Moderna Musset de Estocolmo, National Gallery of Victoria de Melbourne, Tate Collection o, en Galicia, Fundación Barrié.

Fue nominada para el Premio Turner en 2010 y galardonada con el Premio Nacional de Artes Plásticas 2017, concedido por el Ministerio de Educación Cultura y Deportes del Gobierno de España.