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Alves, Maria Thereza (1961- )

Sao Paulo. Instalación, escultura, fotografía

Maria Thereza Alves pasó su infancia brasileña en Nueva York para residir posteriormente en México. Puede que este múltiple estatus de emigrado -involuntario al inicio, voluntario ahora- signifique, por un lado, que Maria Thereza pudo haber desarrollado un sentimiento múltiple de la nostalgia, desembocando eventualmente en una fuerte conciencia de resistencia. Por otro lado, recibió y luego adoptó casi naturalmente la pluralidad cultural, desde el “síndrome del exiliado” y los beneficios de lo que aún llamamos primer mundo; desde la cultural afro-portuguesa de las costas de Brasil y el sincretismo mexicanista”. Los movimientos perpetuos de Maria Thereza Alves repercuten en las circulaciones de datos culturales que animan sus obras, escogidos en contrapuntos unos de otros y deliberadamente confundidos.

Originaria de un país donde la devastación de la naturaleza ha alcanzado niveles dramáticos, producto de ambiciones y políticas económicas desmedidas y equivocadas (cabe añadir que esta situación se ha generalizado en todo el planeta), María Thereza ha desarrollado una constante militancia ecologista en varios foros y países; la mas creciente fue como parte del esfuerzo para evitar la destrucción de un centro comercial pese a las protestas de grupos y organizaciones ecologistas.

Maria Thereza nos lleva del Amazonas -zona de conflictos culturales, además de económicos y ecológicos – a Nueva York convertida ahora en capital de todos los sincretismos. Es decir; realiza obras de tipo conceptual para expresar sus dudas, sus conflictos, sus tensiones de brasileña desplazada. Las herramientas mismas que utiliza Maria Thereza reflejan estas tensiones: mezcla la escultura y la fotografía elaborada como espacio narrativo, la instalación, derivación de la museografía y el grabado, documento antes de ser un arte. Integra estos elementos en un espacio determinado, sin buscar -como otros resaltar lo “espectacular”- el trabajo anti-teatral, que se sitúa por lo tanto a medio camino entre lo “artístico” y lo “documental”.

Su trabajo se ofrece antes que nada como discurso político, aun cuando esto no sea tan evidente en sus ensamblajes de materiales naturales, ni en las ambiguas relaciones que introduce al tratar a la naturaleza en la perspectiva del museo de ciencias naturales (el Amazonas convertido en escenografía y sus escasos restos apresados en burbujas de plástico transparente) o su condición de mujer latina obligada a retener sus sentimientos.

Alves ha trabajado y expuesto internacionalmente desde la década de 1980, creando un cuerpo de trabajo que investiga las historias y circunstancias de localidades particulares para dar testimonio de historias silenciadas. Sus proyectos se basan en la investigación y se desarrollan a partir de sus interacciones con el entorno físico y social de los lugares en los que vive, así como de visitas a exposiciones y residencias.

Desde fines de la década de 1990, la artista desarrolla un gran proyecto en proceso: Seeds of Change. Concentrándose en diferentes ciudades como Berlín, Bristol, Guangzhou o Dubai. Como nodos del tráfico interportuario de semillas que caracterizó a la etapa colonial, investiga antecedentes relacionados con el origen de estas y su transporte a lo largo y ancho del globo. Este movimiento es un proceso por medio del cual, las semillas se vuelven vehículos de significado.

Estos proyectos comienzan en respuesta a las necesidades locales y continúan a través de un proceso de diálogo que a menudo se facilita entre las realidades materiales y ambientales y las circunstancias sociales. Aunque es consciente de los binarios occidentales entre naturaleza y cultura, arte y política, o arte y vida cotidiana, se niega deliberadamente a reconocerlos en su práctica. En cambio, elige trabajar con personas en comunidades como iguales a través de prácticas relacionales de colaboración que requieren un movimiento constante a través de todos estos límites.

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