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Okariz, Itziar (1965- )
San Sebastián. Performance, Videoarte, Instalaciones.

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco en las especialidades de Pintura y Escultura (1985 - 1990), completó su formación en el centro artístico Arteleku junto a diversas estancias en Berlín o Dusseldorf.

Itziar Okariz opera con la redefinición del concepto de performatividad. La música y la poesía son disciplinas inspiradoras en su producción artística, donde aborda la performance como acontecimiento; sin enfatizar su aspecto teatral, tratando de resignificarla. Para ello desarrolla acciones que cuestionan el lenguaje, la construcción del cuerpo y su relación con los espacios públicos y privados. En este contexto, se interesa en reconocer la resistencia hacia la norma, y el análisis de esta como espacio crítico, así como lugar donde se pueden ejercer violencias.

Muestra preocupación por la construcción/deconstrucción de identidades, además del cuestionamiento en torno al sexo y el género. Le interesa la descontextualización como herramienta ya que permite generar un análisis directo y eficaz sobre la construcción de algo con relación al contexto que lo genera y al que pertenece.

El espacio ideológico que le interesa en referencia a lo público y lo privado es ambiguo, ya que permite generar cuestionamiento y reflexión libre. Su hacer se fundamenta en el análisis atento, más que en el de la afirmación política autoritaria, aunque no olvida que parte de un espacio político determinado y no de otro.

Emplea el cuerpo como campo de batalla y disidencia de aquellas convenciones biopolíticas construidas culturalmente, manipulando y alterando cualquier visión naturalizada que pueda referirse a él. Su campo de actuación comprende la morfología de los objetos, la piel como artefacto, el cuerpo fragmentado y el gesto corporal. Éste último lo ve con carácter no natural, como una ficción social ligada a la repetición, entendida esta última como mecanismo que construye la identidad y normaliza un comportamiento.

Para Okariz, la identidad surge de esa reiteración y acumulación de normas donde el poder opera para generar una identidad estable y madura. Sin embargo, la propia acción de repetir acaba evidenciando su fragilidad, por lo que deconstruye algunos recursos que producen y normalizan nuestros comportamientos, para alterar su estructura y mostrar que es imposible reproducir algo análogo.

Sus acciones adquieren formas abiertas e interpelan al público para subvertir aquellas convenciones que tenemos interiorizadas y que pasan desapercibidas, ofreciéndonos un contenido que ocupa el espacio de un vacío que se ha creado previamente, en un juego dialéctico entre lo visible y lo legible que presenta múltiples lecturas.

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